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La publicación
repasa distintos hitos del proyecto cultural de Salvador Allende, entre
ellos, su creación, su particular modo de funcionamiento y su deterioro
luego de la irrupción de la dictadura.
Abril Becerra
Diario/Radio U. de Chile
Sábado 21 de diciembre 2019 15:07 hrs.

Durante su candidatura, Allende había
hablado del proyecto editorial, señalando que, durante su
administración, la cultura tendría un papel central. Por ello, una vez
que el Estado concretó la compra de Zig-Zag, que enfrentaba una aguda
crisis, el Mandatario se apresuró a declarar: “El paso que hemos dado significa el inicio de una nueva etapa en la difusión de la cultura en nuestro país”.
“La nueva editorial de Estado
contribuirá eficazmente a la tarea de proveer a los estudiantes chilenos
de sus textos de estudio, de promover la literatura nuestra y de
permitir que el libro sea un bien que esté al alcance de todos los
chilenos”, remataba.
Más tarde el sello sería conocido como Quimantú, es decir, sol del saber.

Con los años, el proyecto editorial se transformó en un hito de la Unidad Popular,
sobre todo, por su enfoque democratizante. Sin embargo, de forma
paralela, también se convirtió en un paréntesis marcado por la irrupción
de la dictadura que terminó por liquidar el proyecto.
Por ello, con el fin de reconstruir los
alcances de esta propuesta, un grupo de investigadoras se embarcó en la
reconstrucción de esta historia, publicando así el libro Quimantú: prácticas, política y memoria (Grafito Ediciones).
El texto, escrito por Isabel Molina, Marisol Facuse e Isabel Yáñez,
se divide en tres partes y aborda las principales etapas del proyecto
editorial, entre ellas, su creación y su enfoque político y cultural. Al
mismo tiempo, se basa en una serie de archivos de la Biblioteca
Nacional de Chile y el Archivo Nacional de la Administración. El texto
es complementado como 20 testimonios de ex trabajadores y gestores del
proyecto, entre ellos, Jorge Arrate, Pablo Dittborn, Sergio Maurín,
Tomas Moulian y Arturo Navarro.
“Quimantú fue muy importante. Tuvo un amplio impacto en otras editoriales,
porque lo que hicieron fue bastante revolucionario en el sentido de que
hicieron ediciones muy baratas, las que podían distribuirse en otros
canales, por ejemplo, quioscos. Esa fue una idea muy innovadora, que
existía en otros países, pero que era la primera vez que se hacía en
Chile”, comenta Isabel Molina.
“Ellos también empezaron con las
colecciones de bolsillo, algo que también existía en otros contextos,
pero acá era inusual. Editorial Nascimento, que publicó a los Premios
Nobel y a los Premios Nacionales de Literatura, también sacó una
colección de este tipo. También hubo una editorial cristiana que replicó
el modelo. Entonces, hubo un cambio muy notorio en el mercado editorial”, añade la investigadora.

Quimantú fue un proyecto que desde un principio atrajo las miradas desde diversos sectores:
si por un lado estaba su forma inédita de comercialización, por otro,
destacaba su método de producción. Esto, ya que desde el día uno se
impuso una fórmula de autofinanciamiento, lo que era potenciado por la
existencia de un taller propio. En la práctica esto se tradujo en un
quehacer constante: había tres turnos que permitían que la casa
editorial operara durante 24 horas.
“Quimantú genera colecciones para
distintos lectores: había textos para los primeros lectores, después
estaba la colección ‘Quimantú para todos’, después los cuadernos
políticos, estaba la revista Paloma, que tenía un tiraje gigantesco. Pero también había otras revistas como Estadio, que era de deporte. En esa línea, Quimantú es un conglomerado difícil de replicar hoy”, señala Isabel Molina.
“Su catálogo era bastante amplio. Había
una gran parte de las colecciones que querían poner al alcance la
literatura general, no con un énfasis partidista o político.
Ahí lo que primaba era la idea de que los ciudadanos tuvieran acceso a
la lectura, entonces, había autores norteamericanos que, dentro de ese
contexto, podría haber sido vedado, pero no, porque lo que primaba era
la buena lectura general, los clásicos de la literatura universal”,
afirma.
Para la investigadora, Quimantú es una
experiencia que plantea a una serie de lecciones respecto del contexto
actual. En primer lugar, sostiene que su osado modelo impactó, de forma
instantánea, en los lectores.
“Quimantú plantea un proyecto que no
tuvo reparos en atreverse a hacer cosas. Sus proyectos o ideas
innovadoras no pasaban por un tema burocrático, sino que se pensaba, se
hacía y se probaba. Había una puesta en marcha rápida”, dice.
“Sin dejar de lado la importancia de
planificar y considerar a quienes van dirigidos los libros, es
importante que desde las políticas públicas se actúe más rápido. Hasta
ahora, lo que hemos visto es que se terminan entrampando y yendo en
desmedro de la población”, comenta. Así, el texto también da cuenta de
un ejercicio de memoria, donde cultura y política se entrecruzan.
Presentación
El texto será presentado este domingo 22
de diciembre a las 16:00 horas en el marco de la Furia del Libro. La
actividad se realizará en el Centro Cultural GAM con entrada gratuita.
Imagen principal: Portada libro La Sangre y la Esperanza. El texto fue producido y difundido por Quimantú.
Abril Becerra
Editorial Quimantú
Historia
Isabel Molina
Isabel Yáñez
Lanzamiento Libro
Libros
Marisol Facuse
Quimantú
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