La
emblemática exhibición en el Muelle Histórico Melbourne Clark realizada
a través de una convocatoria internacional sigue siendo uno de los
puntos más llamativos del festival. Inaugurada el pasado 9 de agosto al
mediodía, contó con la presencia de artistas, entidades y gestores del
ambiente artístico- cultural, además de la comunidad antofagastina.
La obra de Matuszak está constituida por
letras en bloque instaladas en la estructura de madera del muelle. La
frase es una pequeña variación del proverbio en inglés que habla de las
cosas que se dan de la misma manera de generación en generación,
apelando así a la importancia del mismo muelle para la ciudad y a la
reflexión de las futuras generaciones.
La artista visual radicada en Berlín realizó una réplica inexacta del
monumento a Juan “Chango” López (Osvaldo Ventura, 1974), primer
habitante de Antofagasta. Escultura que forma parte del recuerdo de los
habitantes de la ciudad y que fue destruida en un intento de traslado
desde su ubicación frente al Hotel Antofagasta en el 2008 y que no pudo
ser rescatada.
La obra de la artista proveniente de
Bulgaria propone un paisaje sonoro-visual que invita a una pausa
sensorial en el Melbourne Clark. Hlopki y chánove son las dos clases de campanas que conforman este site-specific que trae a la ciudad de Antofagasta un fragmento de la cultura del pueblo búlgaro y su particular forma de arte denominada zvancharstvoto.
La artista
plástica nacida al sur de Brasil y con estudios en Alemania, manifiesta
su preocupación por temas históricos, políticos y sociales de su país
relacionados con la historia colonial de América Latina y la violencia
ejercida contra la mujer. Una bandera confeccionada por telas de
distintos colores evoca esta diversidad y fractura.
El artista e investigador brasileño se
inspiró en el minimalismo para su trabajo. Esculturas con películas
espejadas dan forma a estructuras alineadas en el paisaje, un conjunto
de formas emerge de la geometría fractal de las piedras reales de las
minas desactivadas de Antofagasta y trae la memoria de la cultura
mineralógica y ancestral del lugar.
Hummingbird #3 de Rodrigo Toro (Chile)
El dispositivo sonoro del artista chileno revive al tocadiscos en su
estética y funcionamiento y es activado por el viento del muelle de la
ciudad de Antofagasta. Las variaciones de éste causan cambios en la
velocidad de reproducción, distorsionando el sonido de discos de música
popular de la zona y relatos locales.
El artista costarricense con estudios en
arquitectura realizó una instalación en 360 grados que conlleva dos
aspectos sensoriales: el lumínico y el auditivo. El límite en el muelle
será desde hoy el punto de partida para recoger las vibraciones y
aspectos en el entorno, entre los cuales se encuentra el mar y la
ciudad.
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